Shelly había encontrado este árbol de ensueño, así que decidimos ir a visitarlo a primera hora de la tarde. Aún tratando de ser lo más discretos posibles, Shelly tuvo que posar desnuda con algunos visitantes que por allí pasaban. Pero la gente de seguridad fue súper enrollada y amistosa, permitiendo (y disfrutando de) la sesión. La edición tan de “ensueño” corrió de la mano de Shelly esta vez…